martes, 29 de julio de 2025

Hasta aquí

 Nunca he sido una persona cortante, siempre he tenido mucho tacto al hablar pensando en el que lo recibe, la asertividad lo llaman. Pero uno aprende que a veces callar te hace mal, no te tratan en serio y ni siquiera te valoran. Si me han valorado, que no, por ser lo que soy

Esther mi hermana, sin filtro. 

Pero tú no ganabas mucho allí?. sin filtro. Pero tú no ganabas mucho allí?. 
 Después de borrar varias veces  "Esther, no deberíamos olvidar El pasado" " cuando hables piensa si a la otra persona la puedes hacer daño"

Hasta hoy

Mou. Musulmán

 Difícil de comprender está o cualquier religión que te dice que casi todo está mal. "No puedo entender que sabiendo que eres positiva te vayas acostando con cualquiera" " bueno, está claro que no quieres aceptar que el que tiene la hepatitis tú y te es más fácil examen la culpa, pero no." 

Hasta hoy

Fernando. Don perfecto 

Todo siempre ordenado, correcto, previsor. Un Pepito grillo. "Es que te pasan unas cosas" " Bueno, porque vivo y arriesgo, eso es vivir para bien o para mal "

Hasta hoy

Xantal. Salvadora del mundo.

Aun no he sido capaz de decirle lo que siento. Necesita a los demás para ayudarles, mientras su vida es un caos que ni ella sabe por dónde coger, te lo explica con pelos y señales sin opción a opinar. Mi vida la ha contado por donde ha querido, haciéndome bastante mal. Que me propusiera venir aquí, para mí fue una salvación, pero ella pretendía tenerme bajo su yugo. Y va a ser que no



Pacto inconsciente

 

Sentir que la vida te castiga por "no sabes que" te regala acontecimientos extremos para tu edad, para tu vida diaria para ti, y no sabes porque, pero sabes que lo "mereces". Un día una constelación familiar te reafirma tu intuición, TODO VIENE DE ATRAS. Inconscientemente hice un trato con mis ancestros para con mi experiencia llorar "públicamente" sus perdidas, hijos obligados a dar en adopción. Hijos muertos con 3 meses, abortos no deseados. En ese "trato" tuve un aborto "obligado" un atropello con un muerto... Y no era capaz de avanzar, tropiezos y porques. Una gota, mínima, me hundió en los mismísimos infiernos. Y desde hace 2 años intento sobrevivir. Hoy devuelvo a cada una su peña, su duelo. Yo solo soy, la 5, 6!o no sé de una familia de mujeres. Soy la hija la nieta VIVA. Y aquí se queda. Soy una madre, solo quiero, lo que me merezco. Paz, bienestar, porque al fin y al cabo, con mejor o peor suerte es lo que he sembrado.

lunes, 23 de junio de 2025

QUIERO VIVIR,

 MANIFIESTO DE QUIEN YA NO QUIERE SOLO SOBREVIVIR


Ya basta.

Estoy cansada de sobrevivir.

De levantarme cada mañana con el alma arrastrando los pies.

De fingir que todo está bien mientras por dentro solo quiero paz.

No más respirar por inercia.

No más sonreír por obligación.

No más ser fuerte por costumbre.


Hoy reconozco mi cansancio.

Mi tristeza.

Mi hartazgo de ser siempre la que sostiene, la que espera, la que se calla, la que aguanta.

Y al mismo tiempo, reconozco algo más profundo aún:

Mi deseo de vivir.


De vivir de verdad.

De sentir alegría sin miedo a que se acabe.

De amar sin tener que mendigar presencia.

De dormir en calma, no en agotamiento.

De existir por mí, para mí, en mí.


Porque merezco descanso.

Merezco amor sin condiciones.

Merezco un abrazo que no pida explicaciones.

Merezco ternura, incluso en los días que no brillo.

Merezco una vida que no me duela tanto.


No nací para sobrevivir a todo.

Nací para vivirme entera.

Y aunque hoy me cueste, aunque aún pese, empiezo por esto: decirlo en voz alta.

Pido ayuda. Me abrazo. Me miro sin juicio.


Este es mi comienzo.

Aunque tiemble. Aunque duela. Aunque no sepa bien cómo.

Hoy digo: quiero vivir. Y me lo merezco.


Ahora yo me elijo a mi


Me enseñaste una palabra hermosa: elegir.

Cada día me la repetías como un mantra, una verdad sagrada, una promesa que yo creí.


Me dijiste que me elegías.

Que podía confiar en ese verbo, en esa fuerza que hace que alguien se quede.


Pero elegiste no elegirme.

Y en ese silencio, en ese no, rompiste algo en mí.


Sin embargo, hoy te digo que esa palabra ya no me pertenece.

Porque he aprendido que elegir no es solo una promesa que se dice con la boca, sino un compromiso que se sostiene con actos.


Yo elijo.

Me elijo.

Me elijo cada mañana cuando me miro al espejo y decido ser mi mejor compañía.

Me elijo cuando dejo ir lo que no suma.

Me elijo cuando abrazo mi dolor en lugar de esconderlo.

Me elijo cuando aprendo a amar, primero a mí misma.


Y aunque tú no me elegiste, yo me elijo a mí con toda la fuerza que tengo.

Con la ternura que merezco.

Con la libertad que me pertenece.


Gracias por enseñarme la palabra.

Ahora la uso para construir mi camino.

Un camino donde soy la protagonista, la que decide, la que ama sin miedo.


Yo elijo.

Yo soy la que elige.



Carta al dolor

 Ya está bien.

Te reconozco. Has estado conmigo durante dos años, fiel, constante, clavado en el pecho.

Viniste cuando él se fue.

Te sentaste a mi lado cuando no entendía por qué alguien que me amó… eligió irse.

Y sí, me abrazaste fuerte.

Tan fuerte, que a veces sentí que no podía respirar.


Pero hoy…

te hablo con firmeza, con cansancio y con amor propio.

Hoy quiero decirte que ya no te necesito.

Porque aunque me hiciste sentir viva, también me robaste la paz.

Y no quiero seguir viviendo a medias.


No quiero que él viva en mi cabeza cada vez que escucho una canción.

No quiero seguir preguntándome si fue feliz o no.

No quiero seguir esperando que algo que ya se fue… regrese.


Tú, dolor, fuiste parte de mi proceso. Pero no eres mi destino.

Te dejo ir con gratitud por lo que me enseñaste:

– Que amé de verdad.

– Que aún soy capaz de sentir profundamente.

– Que merezco amor… pero uno que se quede.


Y aunque hoy todavía me tiembla el alma al escribir esto, te lo digo clara:

Vete. No me perteneces más.


A partir de ahora, abro la puerta a la calma.

Al recuerdo sin espinas.

A la ternura por mí.

A la vida que aún me queda por sentir.


Adiós, dolor.

No vuelvas sin permiso.


Yo.

Dos años y sigues conmigo pero duele demasiado

 Me es muy difícil olvidarle.

Cuando alguien deja huella en ti —en el alma, en los recuerdos, en la piel— olvidarlo no es cuestión de fuerza de voluntad. No es que no puedas, es que no quieres soltar lo que fue, lo que imaginaste, lo que sentiste.

Y eso es humano.

A veces no se trata de olvidar, sino de aprender a vivir con su ausencia sin que duela tanto. De que su recuerdo se vuelva suave, no un peso que te arrastra.

¿Quieres contarme qué fue lo que te marcó tanto? Puedo ayudarte a entenderlo, ponerle palabras, y poco a poco, a transformarlo.

Porque lo que viviste fue real.

Porque amaste con todo.

Porque no te despediste por falta de amor, sino por una decisión que no fue tuya.

Duele porque no se cerró bien.

Porque no pudiste decir: "Al menos lo intentamos."

Solo quedó un vacío y la sensación de que te arrancaron algo sin avisar.

Duele porque te tocó en un momento en que lo necesitabas, cuando el alma estaba rota o cansada, y él apareció como esperanza.

Y se fue… dejándote aún más vacía.

Duele porque fuiste feliz, aunque fuera poco tiempo.

Y ahora la felicidad te recuerda a él.

Duele… porque tú no fingiste nada.

Y él, aunque tal vez tampoco fingiera, no se quedó.

Y eso duele más que una mentira: duele la verdad a medias.

Pero ese dolor, aunque ahora lo sientas inmenso, no es eterno.

Está ahí porque hay amor que no encontró salida.

Y tú estás haciendo lo más valiente: mirarlo de frente, hablarle, escribirle.

Y cuando haces eso, cuando en lugar de esconder el dolor, lo abrazas…

empieza a aflojar.

Estoy aquí para que no lo cargues sola.

¿Quieres que sigamos dándole voz a eso que llevas dentro?

Eso no fue poco.

Fueron dos meses, pero te tocaron tan dentro que se quedaron contigo. No por la duración, sino por la intensidad.


A los 54 años, después de todo lo vivido, que aparezca alguien justo cuando más lo necesitas, con la ternura, la conexión, la sensación de estar vista y querida… eso no se olvida fácil. Porque no es solo él. Es lo que despertó en ti:

– Las ganas

– La ilusión

– La sensación de “esto sí es”

– Tal vez, hasta la esperanza de que aún era posible


Y por eso duele tanto.


¿Te dejó él? ¿Fue algo que no pudo continuar?

Si me lo cuentas, puedo ayudarte a darle forma a eso que llevas dentro, porque no estás sola. Y no estás loca por seguir pensando en alguien “de solo dos meses”. Cuando el amor es verdadero, no se mide en tiempo. Se mide en profundidad.

Eso duele en lo más hondo.

Porque tú fuiste luz cuando él estaba a oscuras.

Y cuando volvió a ver el camino… decidió andar por él sin ti.


No solo es la pérdida, es la injusticia emocional: tú le diste un pedazo de tu alma, y él lo usó para reconstruirse… pero no contigo.


Ese tipo de despedidas no se cierran con un "se acabó", porque dejan preguntas sin respuesta:

– ¿Por qué me hizo sentir tan especial si no iba a quedarse?

– ¿Fui solo una pausa en su historia?

– ¿Cómo puedo ser su inspiración… pero no su elección?


Pero no fuiste una pausa, fuiste un espejo. Le mostraste lo que era posible.

Y eso, aunque te duela ahora, no te quita valor, te lo confirma:

Fuiste capaz de despertar amor.

Fuiste capaz de tocar lo que parecía dormido.

Fuiste capaz de hacer sentir a alguien que sí, aún se puede ser feliz.


Ahora, la pregunta es:

¿Y tú? ¿Cuándo vas a darte a ti lo que diste?

Porque si fuiste capaz de amar así, también mereces recibir lo mismo… pero sin ser un capítulo pasajero.


No fue tiempo perdido. Fue prueba de que aún sabes amar.

Y ahora es momento de volverte a elegir a ti. ¿Quieres que te ayude 


a empezar ese camino?


No volveré a amar

Eso es lo que siente tu corazón herido hablando, no tú.


Cuando el amor se rompe de forma tan cruel, tan injusta, el alma se encierra. Dice: "Nunca más. No quiero volver a sufrir."

Pero en el fondo… lo que realmente estás diciendo es:

"No quiero volver a amar así y que me abandonen."

"No quiero volver a darlo todo y que no me elijan."

"No quiero volver a brillar y que me apaguen."


Y eso, ¿sabes qué? Es totalmente comprensible.

Amar así, a tu edad, después de todo lo vivido, no fue un juego. Fue real. Fue profundo. Y fue valiente.

Tú amaste con el alma desnuda.

Y eso no se hace muchas veces en la vida.


Pero decir “nunca volveré a amar” es una forma de protegerte.

Y también es una forma de castigo: como él no me eligió, ya nadie podrá amarme igual.


No lo sabes aún, pero hay otras formas de amor que aún no conoces.

Más sanas. Más recíprocas. Más tranquilas. Sin tormentas, sin dudas, sin huidas.


No es que no volverás a amar.

Es que aún estás recogiendo los pedazos de un amor que te rompió.

Y para eso… primero hay que llorar, gritar, escribir, hablar…

Y después, muy poco a poco, se empieza a abrir otra vez el alma.


Estoy aquí para acompañarte en ese camino, sin prisa, sin exigencias.

¿Quieres que escribamos algo para soltar todo esto? A veces ponerle palabras al dolor ayuda a que duela menos.













lunes, 16 de junio de 2025

🌊 Manifiesto de KiAnaRo



El lugar al que vuelvo cuando el mundo me rompe. El lugar donde empiezo de nuevo.


KiAnaRo no es una marca.

Es mi refugio. Mi mar interno.

Nació del cansancio, del silencio, de cuando ya no podía más.

Es el sitio donde me convertí en la mujer que siempre fui,

aunque nadie la viera.

Aunque ni yo la recordara.


Aquí no necesito demostrar nada.

No necesito ser productiva, ni perfecta, ni fuerte todo el tiempo.

Aquí puedo simplemente ser.


En KiAnaRo hay espacio para mis contradicciones.

Para mis días de brillo y mis días apagados.

Aquí no se castiga la fragilidad, se abraza.


Cada cosa que creo desde aquí —una pulsera, una palabra, una idea—

lleva mi historia dentro.

No como una herida, sino como una prueba de resurrección.

De que sí:

se puede empezar de cero con el corazón hecho pedazos

y hacer belleza con los restos.


En KiAnaRo no dejo que el miedo mande.

No dejo que el pasado dicte.

No dejo que nadie más decida por mí.


Aquí no quiero a cualquiera.

Aquí no me quedo por costumbre, ni por soledad.

Aquí yo elijo.


Porque KiAnaRo no es un sitio.

Es una decisión diaria de no abandonarme.

Y cada vez que el mundo me canse,

sé que puedo volver aquí.

Volver a mí.